Viña Meín-Emilio Rojo en Robert Parker-The Wine Advocate
01/06/2020Ribeiros del futuro con la vista en el pasado
29/05/2021Vivimos tiempos de prisas. No hay día que no se haga corto, mes que no pase sin darnos cuenta y año que no vuele. En este tiempo en el que lo inmediato es lo urgente y lo urgente se convierte en importante, el pensamiento disruptivo empieza por pensar en décadas. Y apreciar lo que nos han legado y lo que queremos legar.
Junto al Avia, siglos de tradición vitícola han creado una cultura popular en torno a la vid que aparece con cada rayo de sol. Hay algo en esa energía que recorre nuestro paisaje que tiene que ver con todo ese pasado. Delante de cada bancal nos podemos parar y sentir toda la historia de una zona.
Aquí, los trabajos en viñedo han crecido y evolucionado durante cientos de años para conseguir cepas que diesen lo mejor de sí mismas. La viticultura es ese arte para convertir en líquido un paisaje de parcelas y viñas. Y en torno al Avia ha alcanzado un conocimiento extremo. Tantos siglos en los que la vid ha sido el principal modo de vida explican la forma de ser de estas gentes. De nuestras gentes.
Y contra el clima, la viticultura ha sido siempre la solución. El vaso dejaba a las cepas demasiado bajas, demasiado cerca del suelo. Y el agua, esas lluvias que en verano echamos de menos y que en primavera nos sobran, podría comerse la añada. La solución a siglos de miedos por otra borrasca más llegó de nuestros bosques: utilizaríamos las ramas de los árboles para apoyar las cepas y alejarlas del suelo. La rodriga es ese sistema de estacas sobre los que se apoya la cepa para crecer. Los nuevos sarmientos nacerían cada año con un poco más de altura, con algo menos de riesgo.
Antes de que existieran grapas y grapadoras, el vimbio o mimbre era la forma de atar estos nuevos brotes a la rodriga. El vimbio es parte de nuestra cultura pero también ha sido sustento para muchas familias. Había que recogerlos, secarlos y dividirlos por grosor: dependiendo para qué cepa o para qué brote, se utilizará más o menos delgados. Un meticuloso proceso artesanal que forma parte del todo de esta viticultura.
Ahora que estamos en tiempos de prisas, no podemos permitirnos pensar solo en mañana. El respeto a un paisaje auténtico pasa por disfrutar de lo que nos han legado. Y construir lo que queremos legar.